viernes, 25 de abril de 2014

SUBÍ A CHICHEN ITZÁ EN EL EQUINOCCIO


La semana pasada recibí de visita a Geraldine, una amiga que hice en España y que al estar de intercambio en México aprovechó para venir a pasar unos días conociendo mi tierra (que si bien no nací en Mérida, aquí he vivido toda mi vida, así que es mi tierra). 

Por su puesto el lugar obligatorio para todo turista es conocer el complejo arqueológico de Chichen Itzá que es coronado por la pirámide, una de las maravillas del mundo. He ido unas 8 veces, pensé que ya nada me sorprendería, pero descubrí que hay un 30% del lugar que desconocía. No sabía que después del observatorio habían más ruinas, no sabía que al final habían unas construcciones similares a las de Uxmal y no sabía que todos los pasillos estaban repletos de vendedores que básicamente venden lo mismo, pero hacen pintoresco el camino. Había tantos vendedores que hasta se me hizo corto el camino de la pirámide al cenote, el cual antes me parecía eterno. 

Toda esta introducción, como siempre, se dirige a un sitio; no te relato mis vacaciones nomás porque sí. 

Lo que más me sorprendió y decepcionó como pseudo guía de turismo, fue que ya no puedes subirte a ninguna ruina. Gran parte del atractivo de la pirámide era lograr la hazaña de subir por esos micro escalones empinados, querer renunciar a la mitad y continuar subiendo básicamente gateando. Al llegar a la cima, la satisfacción y la vista eran fascinantes; y el vértigo que daba al bajar y tener que ver hacia abajo forzosamente te hacía reconsiderar tu acto temerario; pero ya estabas arriba, ya no había opción. 

Otro evento importante en la pirámide de Chichen Itzá es el equinoccio. En los solsticios de primavera y otoño la pirámide queda alineada con el sol de tal manera que en el “barandal” de la escalera, podemos ver como si una serpiente bajara por la pirámide y llegara hasta el suelo (donde rematan los barandales un par de esculturas de cabezas de serpiente para plasmar completamente esa figura). Cada vez que ocurre esto, Chichen (como le decimos los cuates) se llena de gente; en sus primeros años, solo eran turistas; actualmente, muchos son personas que llegar a “recibir la energía” que proviene de este evento. 

eluniversal.com.mx

Tenía unos 6 u 8 años cuando mi familia y yo fuimos a ver el equinoccio. Mis papás me dijeron que vería a una serpiente bajar por la pirámide; así, sin explicación de nada. … a lo que yo pensé… “¿Y eso qué? en el zoológico puedo ver más serpientes”. 

Ya en el lugar nos paramos como a 100 metros de la pirámide esperando que bajara la famosa serpiente. El lugar estaba repleto y yo no veía nada porque toda la explanada estaba llena de adultos. En esos momentos tenía muchas preguntas: 

1.- ¿Por qué tanta emoción por una serpiente?
2.- Estando tan lejos ¿Cómo vamos a ver si una serpiente baja por la pirámide?
3.- Y ya cuando baje la serpiente, ¿No nos puede morder? ¿No será peligroso?
4.- ¿Quién suelta a la serpiente allí arriba de la pirámide?
5.- ¿Traerá agua mi mamá en su bolsa? tengo sed.

Llegó el momento esperado y toda la gente empezó a hablar y señalar la pirámide. Mi mamá me dijo: “Ya está bajando”. Mi papá me cargó en sus hombros para que pudiera ver… buen gesto de su parte… pero una explicación hubiera servido también. Agudicé la mirada tratando de ver a una serpiente entre tremenda masa de roca. Creí haber visto la serpiente pero luego me di cuenta que era una ramita. Le pregunté a mi mamá: “¿Dónde está la serpiente?”. Ella me dijo, es la sombra de la serpiente. “¡Ah bueno eso lo aclara todo!”. No veía una serpiente pero querían que viera su sombra. 

Luego ya me explicaron con más detalle lo que estábamos viendo… la decepción fue total. Viajamos 2 años (tiempo niño, que en realidad solo fue hora y media) para ver una sombra en un edificio… “…Yupi…”

Como estaba frustrado de la experiencia y aburrido de seguir viendo la sombra, le dije a mi mamá: “Voy a dar una vuelta”. 

¡Ojo! tenía a lo mucho unos 8 años, había una mar de gente y mis papás me dejan ir. Creo que eran otros tiempos.

Caminé mucho (distancia niño) y llegué a un costado de la pirámide, donde no había gente mirando. Crucé una cinta para restringir el paso y subí la pirámide, me quedé un tiempo en la sima disfrutando el paisaje, caminando un poco, explorando el lugar. Recuerdo ver y que me vieran unos policías, pensé que me dirían algo por ser un niño y estar solo, pero no me dijeron nada. 

Luego bajé y fui de nuevo al lugar donde estaban mis papás, sorprendentemente allí seguían viendo la pirámide. Cuando me vieron me regañaron por haberlos asustado así, me jalonearon y mi papá me pegó. Yo no entendía por qué, solo fui a dar una vuelta y le había pedido permiso. 

En este punto de la historia tengo tres teorías: 

1.- No me escucharon cuando les pedí permiso y me dijeron “Sí” dándome el avión (siguiéndome la corriente). 
2.- Les dije que iría con mi abuelita o algún otro familiar que estaba ahí y al medio camino cambié de plan. 
3.- Solo pensé en pedirles permiso y en realidad no lo hice. 

Pero en resumen, creo que fui afortunado, ¿Cuántas personas pueden presumir de estar sobre la pirámide en pleno equinoccio? ¿Cuánta energía pude haber recibido? Me gustaría estar en el equinoccio ahora mismo porque estoy cansado y tengo mucho trabajo por delante. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario